"No sé si mis pinturas son o no surrealistas pero, lo que sí estoy segura es que son la expresión más franca de mi ser",

martes, 18 de noviembre de 2008

Un día

Que me devoren las flores;
No el exitismo.
No la fama ni la falsa esperanza de una suerte giratoria.

Que me devore lo que pienso.
Que me devore lo que escribo.

Que la música me rompa por completa.

Pero que no me equivoque de destino.

Que no mire desde abajo lo que hago conmigo.

Que no me suceda que entristezca.

Que me devoren mis ganas de camino.

Que no me apresen las cosas de los necios.
Que solamente me abrace mi palabra.
Que yo pueda.
Que yo pueda esto.

Luciérnaga(return)

sábado, 8 de noviembre de 2008

Elemento

Yo no te quiero muerte, yo te necesito.

Te necesito para decir lo que atraviesa.

Para designar lo que mi sonrisa no calla.

Yo no te quiero muerte, yo te significo;

Agarro cada una de tus letras y las tomo de la mano;

Así poder decir que estoy viva,

Y que, por eso, no te quiero, muerte.

Aunque seas la estrella de mis poesías, yo no te quiero muerte,

Yo solo te utilizo.

Solamente me acompañas a gritar lo que no quiero.

Aunque la noche a veces sea mi morada,

Y aunque los soles mejor que nadie me cobijen,

Aunque reviente contradicha y revolcada…

Ni vos, muerte, ni la locura ni ninguna de esas realidades va a tocarme.

No.

Yo sé cómo tenerte lejos.

Yo no te quiero muerte, yo te significo, te dibujo, te declaro.

Para que viva mi palabra, tengo que decirte, muerte.

Porque sos el ancestral de los conceptos, el ganador siempre de alguna circunstancia.

Pero no te quiero, te visito; porque quizás no existas.

Es que estamos tan acostumbrados a temerte,

Estamos tan tentados a buscarte,

Estás en todos los lugares, pero se puede,

Yo puedo no quererte.

Yo no te quiero muerte, yo te necesito,

Igual que la palabra sol y que la palabra viento,

Igual que la idea del amor, la soledad y todo eso.

Yo no te quiero muerte, yo estoy viva.

Necesito escribirte cuando quiero decirle al mundo

Cómo se siente no desparramar el alfabeto,

Cuando carcome como el peor de los males.


Luciérnaga (Saturday night)

lunes, 3 de noviembre de 2008

De vuelta

Hay un lugar al que quiero volver.
Me lo trajo la noche y me lo piensa la mañana.
Un lugar, al que regresaré.

Aunque mi vida no pare de dar vueltas por el mundo...
Yo nunca estoy cansada.
Y voy a volver.

Voy a volver a un sitio en el que fui tan feliz..

Nuestras horas son hermosas.
Pero voy a pedirte que me lleves de nuevo
a ese lugar, porque quiero volver.

Y nunca más soñaré latitudes.
Porque allí mi vida anclaré.

No hace falta que te diga.
Vos sabés cuál es ese lugar,
al que yo quiero volver.

Para quedarme a tu lado,
para amarrame a nuestra paz,
y nunca más,
nunca más correr.

Luciérnaga

jueves, 30 de octubre de 2008

Lo es todo

Mi ventana y el viento.
la belleza de lo solo.

el cielo y mi sangre.
lo que siento.

El silencio que se abre ,
y me conmuevo.

La naturaleza me tapa la boca,
me corta la lengua,
me deja...

Me deja sola.
Entre ella y yo
se suspende mi vida.


Porqe sólo respiro si me bebo el cielo,
y habré de morir abrazando de cerca...
la tierra.

Con el olor a libertad que se respira caminando descalzo
Con el sabor a verdad de tocar una piedra.
natura, lo solo y yo.
mi vida, suspendida,
y todo belleza.


Luciérnaga

viernes, 24 de octubre de 2008

Poema para Bolivia

Voy a escribir tu lágrima.

Voy a escribirla.

Si yo fuera un poeta tan grande como para abrir tu tierra...

Y que puedas caminar por las calles

Sin que otro brote de tu suelo te hiera.

Voy a escribir tu lágrima

Para que todos la vean.

Que la vean y la lloren

Desde Italia hasta Corea.

Voy a escribir tu lágrima, Bolivia.

Tu lágrima con gusto a mano y tierra.

Ahora, así, la estoy escribiendo.

Mi noche y mi ventana son bellas,

Pero estoy sonámbula, me araña tu dolencia.

Me olvido de las torres de marfiles

Y me olvido de todos los poetas.

Apunto,

Y disparo un poema.

Una palabra finita aunque sincera.

Que llegue a tus oídos

Para decirte:

Hermano boliviano: esa es tu tierra.

Hermano coya: levanta los ojos al nombrar a tu ascendencia.

Camina enaltecida, chola, con tu pollera.

Porque mi Dios, el Dios de todos, te trajo al mundo

Y a vos también, te regaló la tierra.

Quiero verte, hermano indio de Bolivia,

pisar tu calle con mucha valentía.

Que tu mirada y tu coraje de hierro

arrodillen a la blanca hipocresía.

Que tu bombín te haga sentir más alto

Más cierto que cualquier autonomía.

Es un vocablo inventado para todos

Pensá que es una palabra linda.

Todo es tuyo, en tu nación y en la mía.

Y escribo tu lágrima por eso.

Y no llevo un arma bajo el brazo:

haré mi guerrilla con un verso.

Sos dueño del aire, hermano coya,

De los flores y de todo el viento.

Sos dueño de tu pan y tu esperanza.

Sos dueño de tu voz y tu alfabeto.

Gritá tu dolor que aunque te duela;

Tu garganta es testigo de un suceso.

Que recuerden ojalá todas las razas,

que el indio boliviano hizo el suelo,

que ahora le cierra un puñado de ignorantes

que son “letrados” por contar cuatro conceptos.

Pues para nada nos sirve el intelecto

Si miramos el mundo con un ojo,

Y con el otro nos miramos al espejo.

No siembra nada la falsa profesión

Si se la enfrenta con títulos de libros,

En lugar de poner el corazón.

Pero que ingenuo, sostengo, es mi poema,

Si en estos tiempos el mundo está doblado:

¿Dónde va el tren de las etnias “superiores”?

¿Qué estación les han asegurado?

Que carencia, que triste necedad,

Que olviden al querer hacerte a un lado,

Que sin pensar en letrados o iletrados,

Que sin mirar el color de nuestra faz,

Vendrá la muerte a buscarnos algún día

Y a la cara la tendremos que mirar.

No podrán imponerle autonomía,

Pues a la fuerza se los llevará.

Porque a menos que ellos sean inmortales,

Igual que todos los hombres de este mundo:

“polvo son,

Y en polvo se convertirán”.

Voy a escribir tu lágrima, Bolivia.

Y que la vuelvan a llorar los que vendrán;

Que la lloren de nuevo en mi poema,

Y que al quitar los ojos de este verso,

Encuentren el cielo de La Paz.


Luciérnaga

lunes, 20 de octubre de 2008

UITA

Hoy nuevamente he vivido. Un día completo de existencia, de un misterio denominado tiempo y de cosas flotando en el aire como la poesía o la muerte.
Hoy he visto infinidad de rostros, he sentido en mi cuerpo, he sentido, algo.
He caminado mis veredas con la olvidada certeza de que tengo un alma.
Hoy he pensado tanto que no podría pensarlo una próxima vez de la misma forma.
He sonreído y he soñado.
He dicho, he dicho y he callado.
Y sin darme cuenta configuré mi día de la mano de un lenguaje.
Una vez más todo (todo) lo de siempre, el andamiaje de ser hombre, de saberme “ser humano”.
De tomar el colectivo, de cruzarme con personas que luego no recordaré, de imaginarme un futuro ,de protestar, de traer a mi mente añejos paisajes, dolorosos. De henchirme de dicha guardándola siempre como en una ostra, no sé en qué parte de mi cuerpo o en qué lado de mí.
Hoy todo eso. Y todo eso ayer y mañana, así será.
Pero no sé qué hacer conmigo porque a menudo me pregunto por la muerte.
Porque acostumbro preguntarme por el frío que sienten los que viven en la calle, y por las miradas de los que abren las puertas de su casa y son bienvenidos por la guerra.
Acostumbro sin quererlo y porque una vez se ve que se instaló en mí la maldita pregunta por el hambre: y desfilan en mis ojos internos un millón de caras que no conozco que no he visto nunca y que no comen. Que no comen porque existe la pobreza. Y la injusticia.
Y también acostumbro quejarme por alguna cosa y me pregunto cuáles serán las quejas del resto de los hombres.
Miro la televisión, a veces, y siento miedo. Me aflijo. Y me digo que nadie va a escucharme.
A menudo me apuñala la pregunta por aquellos que no tienen nombre. Por los esclavos de los vicios.
Mientras tanto yo camino mi mundo y quisiera penetrar todas las chimeneas.
Pienso en qué extraña idea es la enfermedad y en cuántos ganan con una cajita de no sé qué placebo.
Mis mañanas tienen nombre, y mis noches tienen cama. Yo tengo una vida parecida a la de muchos pero acostumbro preguntarme…
A menudo no me pregunto nada, y eso es casi siempre cuando absorbo arte; porque muero, me desplomo callada, en un frenesí de silencio; no puedo describir lo que me pasa.
Puede ser que yo revuelva a cada rato todas las cosas y que sea muy amiga de la bilis negra. Puede ser que la sensibilidad sea el peor de mis defectos.
Puede que sea mejor no decir nada.
Pero cada vez que abro los ojos y que más tarde los cierro, se mueve conmigo en ese imperceptible acto, la pregunta de por qué, en este, nuestro mundo, hay tantos pobres, tantos hombres con frío, tantos asesinos. Porqué la droga es un negocio y porqué se vende a los niños, porqué yo tengo un trabajo y otros mueren de hastío.
Porqué se muere una persona enferma cuando no tiene dinero para tratarse, porqué cuando pensamos en países, pensamos en colores, porqué mutilamos las banderas, porqué en este jardín de gente siempre gana el más apto, sobrevive el más lindo, progresa el más injusto, el ladrón va a la iglesia, y comulga.
Porqué por estos días se le da prestigio a la palabra de personas que no saben lo que dicen, porqué se fomenta la trivialización de todos los asuntos. Porqué nos reímos de las vidas ajenas, porqué “llena” el comercio de la vida privada, constituido por habladores y por holgazanes mentales.
Porqué se vive tan cerca de la locura, del agotamiento progresivo y mortal.
Porqué nos gobierna siempre alguna monstruosidad que, en mayor o menor medida, miente. En mayor o menor medida roba.
¿Por qué sucede todo esto?
Mañana viviré nuevamente. Otro día completo de existencia.
Yo, amo profundamente la vida;
Pero tengo pensado abandonar el oxígeno si un día de estos descubro que despidiéndose de mí la luna, y mirándome ya fijo el sol, no me he preguntado por todo esto.
Porque una huella en el mundo no es el bien que vamos a adquirir mañana, ni mi sombra sentada en el sillón.
Una huella en el mundo es mi mano, mi mente o mi palabra, trabajando por honrar el concepto de estar vivo.
Debería revisarse la idea de vagancia, y también de exitismo; a los ojos del mundo, lo sé, no tengo nada.
Llevo en lo más hondo de mis labios una hermosa vida, acarreo causas, y el cansancio de aquel que sólo calla, ante el necio reclamo de los que nunca “se” preguntan nada.

Luciérnaga

domingo, 12 de octubre de 2008

Fragmento de "Oda a Salvador Dalí" de Federico García Lorca

Una rosa en el alto jardín que tú deseas.
Una rueda en la pura sintaxis del acero.
Desnuda la montaña de niebla impresionista.
Los grises oteando sus balaustradas últimas.

(...)

¡Oh, Salvador Dalí de voz aceitunada!
No elogio tu imperfecto pincel adolescente
ni tu color que ronda la color de tu tiempo,
pero alabo tus ansias de eterno limitado.

(...)

No mires la clepsidra con alas membranosas,
ni la dura guadaña de las alegorías.
Viste y desnuda siempre tu pincel en el aire,
frente a la mar poblada de barcos y marinos."

Pulso

¿En qué parte de mí se gesta lo que me hace preguntarme por la perfección?
Abro los ojos y me siento nadie.
Pero eso es porque el cielo es azul.
Rompo por un instante la sonoridad del mundo y me quedo quieta como el fantasma de un río.
Lo que ingiero no me responde.
Lo que sangro nunca me salva.
Cuando la tarde se pone tan hermosa encadeno mis párpados y afligida revuelvo mis entrañas: encuentro algo.
Esa cosa que no se deja explicar y que tampoco se decide a matarme.
Me miro una mano y lo entiendo todo.
Esto es un antes.
Y ya no sé si tengo pulmones...
¿Vida?
Vida no.
Arte

Luciérnaga

miércoles, 8 de octubre de 2008

Hablo. Pero hay cosas que atraviesan.

Y el jilguero de la voz, no dice.

Y el ave de la voz no canta.

Hablo. Balbuceo poesía.

Rejunto palabras que se aparecen en un lugar que no sé si es mi mente.

El hombre común calla infinitas cosas.

Calla.

Y pinta en su noche todas las verdades de sus ojos.

El hombre común calla todas las ganas.

Calla las caricias que no vienen de su reloj.

Nuestra voz lo es todo pero no.

Si las palabras tuvieran mirada, yo sería quemada en la hoguera, sería presa y sería rebajada.

Pero mis palabras no me miran.

No te miran.

Mis palabras te buscan en la ventana.

Mis palabras se convierten en tu cuerpo.

Y es por eso que quiero tocarlas.

Un silencio inmundo me devora toda.

Llevo tiempo intentando escribirte:

Alguna vez, encontraré la palabra exacta.

Guardad silencio: hay dobleces en el rostro.

No conviene quitarse la máscara.

Todos tenemos una vida a cada extremo de la almohada:

A la derecha, la feliz; a la izquierda, la vedada.

Somos solamente hombres comunes.

Vivid. O clavarse una espada.

Morir. O abrir en la mente una ventana,

Y que entre con la música del viento,

Lo que no entra por la puerta de casa.


Luciérnaga