"No sé si mis pinturas son o no surrealistas pero, lo que sí estoy segura es que son la expresión más franca de mi ser",

martes, 30 de septiembre de 2008

Poesía sin musica

Tranquila está la tarde,

Mareándome estoy yo.

Tranquila está la vida,

Ansiándola yo estoy.

Tranquilas esas aves.

Tranquilo el caracol.

Tranquilas esas hierbas,

Y yo, turbada estoy.

Tranquilo lo celeste,

Y todo en derredor.

Callados ya los ruidos;

Aturdiéndome yo

¿Por qué, naturaleza,

si todo me lo das,

me empeño en esa empresa

de siempre pedir más?

Ya cánsanme esas gotas,

Pesado es el rocío

Que cae sobre el pasto

De la vida que no ansío.

¿Por qué es entonces que deseo,

sin saber lo que anhelo ni siquiera?

Si ya pronto llegará la primavera,

Y me hallaré solo escribiendo lo que veo.

Si mi vida es transitar esos lugares

Que encierran pequeñitas sensaciones;

¿Por qué agóbianme las ambiciones

que son comunes a los hombres más vulgares?

El dinero, la hora señalada,

Lo que es, y pasearse realizado.

Si es tan cierto que no voy a ningún lado

Porque mi vida está a los versos amarrada.

Sin embargo son ellos los que van,

Mientras me llevan, al sitio más tranquilo.

Pero sigo siendo débil y vacilo:

Pensando: “Soy poeta, ¿qué dirán?”

Ahora muero con la tarde y en su calma,

Cierro los ojos y pregúntole a mi alma:

¿Si vivir para escribir es tu contento

por qué cargas esta vida cual tormento?

Luciérnaga

domingo, 28 de septiembre de 2008

Dícese de lo que no brilla

Una mujer con un libro

Un domingo cualquiera

Se aparta de la lluvia

Se absorbe por completa

Se pincha en los espejos de las cosas mojadas

De las cosas de siempre

De las cosas

De las cosas.

Una mujer con un libro

En su regazo que implora alumbramientos distintos

Distintos.

Una mujer con un libro

Pero con un libro que llore.

Que presente galaxias

Una mujer con un libro

Pisoteando un pasado que una y otras veces se almidona…

Una mujer con un libro hierve en el eco de lo que no se dijo.

Una mujer con un libro no se conforma con la lluvia.



Luciérnaga

sábado, 27 de septiembre de 2008

El grito

De acuerdo.

Dejaré de jugar.

Tendré que hacerlo.

Terminaré con

Esta larga merienda,

Y con los juegos de pasillos.

Elaboraré un silencio extenso.

Haré las cosas que hacen los adultos.

Y diré palabras como:”Elaboraré”.

Cuando me vaya a la cama, lloraré.

En lugar de sonreír como los niños.

Como hacen los adultos, lloraré.

Me preocuparé por todo y…

Sufriré.

Seré un hombre grande…

Y sufriré.

Tomaré las cosas en serio.

Lo que comience, lo terminaré.

No disfrazaré mis preguntas.

Procuraré encontrar varias respuestas.

De acuerdo,

Dejaré de correr.

A partir de este minuto,

Caminaré.

Ochocientas veces volveré a levantarme,

Aunque me duela caer.

Erguiré mi cabeza,

Y me responderé.

Dejaré pequeños ratos

Para hacer lo que me plazca,

Y el resto del tiempo

Haré lo que hay que hacer.

Pensaré en el futuro.

Trabajaré arduamente.

Tal vez duerma menos.

En fin…

Creceré.

De acuerdo,

Creceré.

Y con la partecita

De mi niño que duerme,

Despertaré algún sueño y,

de tanto en tanto,

Escribiré.

Enfrentaré a mi hombre

Con su infante sensato,

Y en un ingenuo poema

su dolor traduciré.

Y pensando en sus muertes

Construiré mi vida.

Y cada día, a cada muerte,

Está bien.

Creceré.


Luciérnaga

viernes, 26 de septiembre de 2008

"Hoy creo tener el viento a favor"
Y creo que vos también lo tenés. Creelo.
¿Alguien te lo impide?

Luciérnaga

jueves, 25 de septiembre de 2008

La noche

Poco sé de la noche

pero la noche parece saber de mí,

y más aún, me asiste como si me quisiera,

me cubre la conciencia con sus estrellas.

Tal vez la noche sea la vida y el sol la muerte.

tal vez la noche es nada

y las conjeturas sobre ella nada

y los seres que la viven nada.

tal vez las palabras sean lo único que existe

en el enorme vacío de los siglos

que nos arañan el alma con sus recuerdos.

Pero la noche ha de conocer la miseria

que bebe de nuestra sangre y de nuestras ideas.

Ella ha de arrojar odio a nuestras miradas

sabiéndolas llenas de intereses, de desencuentros.

Pero sucede que oigo a la noche llorar en mis huesos.

Su lágrima inmensa delira

y grita que algo se fue para siempre.

Alguna vez volveremos a ser.



Alejandra Pizarnik, "Las aventuras perdidas", 1958





A 36 años de la muerte de Alejandra Pizarnik

“Tal vez las palabras sean lo único que existe

en el enorme vacío de los siglos

que nos arañan el alma con sus recuerdos”.


Todo. Lo nombraste todo. Lo que era y lo que no podía ser, lo encontraste.

Puedo con un verso tuyo imaginar y advertir la bipolaridad del mundo. Puedo correr en jardines claros aunque sea a través de oscuras transparencias; puedo en tu silencio amar a la vida, y sentir el aliento de la muerte. Puedo ser azul, y lila(s). Colocarme una máscara, romper infinitos muros…

Exiliarme de la noche, temerosa de una sombra, y encontrar una ventana por donde cantar una infancia.

Pero no puedo tocarte. A cada paso que me acerco a tu poema voy corriendo en cámara lenta como si quisiera atrapar la silueta de tu lenguaje; poder palparlo, agarrarlo fuerte… Como si en el fondo, embriagada de tu forma, quisiera, anhelara comprenderte.

Pero siempre estás más lejos: ni en la menor palabra puedo alcanzarte; apenas puedo saberte.

Tanto nombraste todo a pesar de, a veces, ya ni querer nombrar más nada, que hasta en el blanco que queda entre palabra y palabra, donde no hay coma, ni punto ni ninguna cosa rara, hasta allí el silencio tiene cuerpo, y lo que dices, sin nombrar, me señala.

Cuando corro detrás de tu poema es como si no quisiera hablarte, porque tu modo amenaza mi garganta. Tu modo mudo de mostrar el otro cuerpo de las cosas.

Te pintas, te mueres, te bautizas, te amas, imploras, acusas, devoras, te revuelcas, te despides, nadas, observas, temes, sucedes, olvidas, naces muertes, danzas con tus damas…

Lo declaras todo; en esa forma de decir que inventaste sin dar campanadas, entregas territorio humano, lo revisas hasta dar con las migajas.

Y cerca o lejos de tu sangre, llegas a tocar todas las almas.

Lo haces.

No hay vocablo para tu experiencia. No hay concepto de lo que sucede en ti.

Encontrarte es confuso. Continuarte es un alarido.

Puedo darle la mano a todas las carencias, suspendida entre dos de tus letras. Y a la vez, llenar el pozo. Pero llenarlo sin caerme. Porque cada vez que enuncias, tan completa, arrojas; arrojas y sostienes.

Corro en cámara lenta hace largos respiros sobre tu poema.

Y aunque siga corriendo no habré de detenerte; tu palabra crece como la hierba, cada vez que me vuelvo sobre ella. Tu palabra no deja de nacerse, y de alargar los caminos. Tu palabra se agranda en el

enorme vacío de los siglos

que nos arañan el alma con sus recuerdos”.

Y en cada alumbramiento que hace de ella, se vuelve todo (y no lo único) que existe.

Cada vez que tu silencio de lobo nombra todos los dibujos posibles de las voces, tu cabeza se yergue, y tus pupilas: “sensible rigidez de lo desconocido”, miran fijo y pronuncian desde algún bosque, espejo, o sala 18… “Alguna vez volveremos a ser”.



Alejandra Pizarnik nace en Buenos Aires en 1936, en el seno de una familia proveniente del este de Europa. Estudia Filosofía Y Letras en La Universidad de Buenos Aires.

A la edad de veinte años ya se publican sus primeros poemas.

A comienzos de la década de los sesenta vivió unos años en París, donde entabló amistad con André Pyere de Mandiargues, Octavio Paz, Julio Cortázar y Rosa Chacel, entre otros.

Al regresar a Buenos Aires dedica el resto de su vida a escribir. Entre sus obras más conocidas se encuentran “Árbol de Diana” (1962), “Los trabajos y las noches” (1965) y “Extracción de la piedra de locura” (1968).

Alejandra sufría crisis nerviosas y estaba siempre acompañada por una atmósfera de muerte que parecía desplomarla. Esto, sus vaivenes depresivos, y sus crisis nerviosas, la llevaron a terminar con su vida el 25 de septiembre de 1972 en el neuropsiquiátrico en el que estaba internada.

Murió de una sobredosis intencional de seconal.

Luciérnaga

Fuentes: Alejandra Pizarnik en el recuerdo, Página 12, Juan José Hernández, 8 de febrero de 2008; Alejandra Pizarnik, Poesía Completa, Edición a cargo de Ana Becciu, Editorial Lumen,2005; www.audiovideoteca.gov.a.r

martes, 23 de septiembre de 2008

Desayuno infinito

El día me conmueve. No puedo pensar en qué es la infelicidad.
El canto de las aves me penetra...
Soy rica.
El cielo está quieto y callado pero me infunde una cosa que no sé hasta dónde me puede llevar.
Si esta vez el abatimiento me hubiera visitado, si esas cuitas que agujerean me hubieran llamado a gritos en esta mañana...
No lo sé...
De cualquier forma...
La sombra de esa rosa en mi vereda lo desdramatiza todo.
Abriría mi boca y probaría esa rosa.
Pero soy humano;
No puedo comer las flores.
La voy a albergar en mi memoria o nosé en dónde. En esa parte de mí donde las imágenes sacuden.
Y voy a vivir con ella dentro, todo el día.
Como si fuera que me fundo con ella.
Como si fuera
que puedo parecérmele.

Luciérnaga

lunes, 22 de septiembre de 2008

In-satisfaction

Es de noche y me parece poco mi palabra.

Para ser sincera sólo cabe la muerte.

Es de noche y de nuevo

Llegará una madrugada.

Otra vez arrojarme al vacío,

Porque mi palabra

No me lleva en andas.

Cerraría la boca para siempre

Pero la sangre

Se calienta en la garganta.

Y me quema.

Y así estoy.

Toda quemada.

De no poder.

De no triunfar.

De no morir.

De no agarrar con mis manos a la poesía

Y de una buena vez estrangularla.

Por ser la culpable de mi existir amarillo.

Por darme momentos

Que no me duran nada.

Por dejarme beber de tantas copas.

Mientras el mundo se adhiere al venenismo.

Miro la nada.

Mi palabra me parece poca.

Y para ser sincera.

Sólo cabe la muerte.

Luciérnaga




Pedazos

Hay días en que el sol me arranca pedazos de mi carne;

La mañana y mi proceso de deshielo…

La fanfarronería de mi yo pretende una sonrisa,

Pero luego me dice, me pregunta,

Para qué jugar, nadie me cree…

Salgo a la calle, me muestro desnuda, me apuñalo.

Que me vean;

Debo abandonar la práctica infundamentada del “bienestarismo”.

Luciérnaga

¿ De dónde salió la luciérnaga fantástica?

Una Noche

De José Asunción Silva



NOCTURNO III

Una noche
una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de música de alas,
Una noche
en que ardían en la sombra nupcial y húmeda, las luciérnagas fantásticas,
a mi lado, lentamente, contra mí ceñida, toda,
muda y pálida
como si un presentimiento de amarguras infinitas,
hasta el fondo más secreto de tus fibras te agitara,
por la senda que atraviesa la llanura florecida
caminabas,
y la luna llena
por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca,
y tu sombra
fina y lángida
y mi sombra
por los rayos de la luna proyectada
sobre las arenas tristes
de la senda se juntaban.
Y eran una
y eran una
¡y eran una sola sombra larga!
¡y eran una sola sombra larga!
¡y eran una sola sombra larga!

Esta noche
solo, el alma
llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
separado de ti misma, por la sombra, por el tiempo y la distancia,
por el infinito negro,
donde nuestra voz no alcanza,
solo y mudo
por la senda caminaba,
y se oían los ladridos de los perros a la luna,
a la luna pálida
y el chillido
de las ranas,
sentí frío, era el frío que tenían en la alcoba
tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
¡entre las blancuras níveas
de las mortüorias sábanas!
Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte,
Era el frío de la nada...

Y mi sombra
por los rayos de la luna proyectada,
iba sola,
iba sola
¡iba sola por la estepa solitaria!
Y tu sombra esbelta y ágil
fina y lánguida,
como en esa noche tibia de la muerta primavera,
como en esa noche llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella... ¡Oh las sombras enlazadas!
¡Oh las sombras que se buscan y se juntan en las noches de negruras y de lágrimas!...


domingo, 21 de septiembre de 2008

Noche abajo

Como si fuera cosa prohibida,

Cuando está oscuro,

Me dedico a la palabra.

Cuando hay sólo el ruido de mis dedos desdibujando el día para entonces crearla;

Mientras te veo, y mientras todos descansan.

Como un secreto.

Como fugarse con un paria…

Me coloco un cono de verdugo

Y asesino mi vida cotidiana.

Me aparezco en un fragmento del tiempo

En donde las cosas no son las que pasan.

Me escondo tras los sueños de la gente.

Y me dedico a la palabra.

Aprovecho. Corro;

Dentro de poco será otra vez mañana.

Habrá que barrer las veredas;

Habrá que mirar a la cara.

Cuando se hace de día yo tengo que olvidar-me.

Y andar apurada.

Andar escondida.

Balbucear pavadas.

Cuando se hace de noche

Lagrimearme toda,

Atravesar el espejo,

Acunar la desgracia.

Forjando en el silencio

El claustro de mis voces…

Escribir para el mundo

Sin que el mundo sepa nada.

Aguardar lo nocturno

Venerar la madrugada,

Sucederme.

Hasta que asuste el alba.

Y no pueda arrepentirme

De ser poeta…de ser esta cosa rara.

Sinceramente no poder arrepentirme.

Y entonces,

Rebanarme la garganta.

Luciérnaga

"Rebeldía"

Amo todas las auroras y odio todos los crepúsculos.

¡Que hermosas las sendas
que no tienen fin!...
¡Qué hermosos los días
que no tienen noche!
¡Qué hermosas las cosas
que nunca se hicieron!...

Las columnas truncas
los vasos trizados

Las líneas no rectas...
¡Lo que no se rige
por orden expreso!...

Ir como las barcas
que no tienen remos...
¡Ir como las aves
que no tienen nido!
¡Ser algún capullo que no se adivina!
¡Poder algún día
quebrar con la marcha
de las cosas hechas!...

¡Detener la tierra!

Dos y dos son cuatro...
¿y eso quién lo sabe?
Y... si se me ocurre
que uno no es uno?

Alfonsina Storni